viernes, mayo 30, 2025

Top 5 Semanal

Relacionadas

El campo aporta u$s3.000 millones en mayo, pero el dólar igual sube

Luis Caputo no puede quejarse del campo: a pesar de las protestas y gestos de malhumor por la elevada carga impositiva, se produjo en mayo el esperado repunte en la liquidación de la cosecha gruesa. Los analistas estiman que se superarán los u$s3.000 millones, lo cual implica una suba de aproximadamente 20% respecto del año pasado.

Y la cifra tiene más mérito si se considera que este año hubo un notable bajón en la cotización internacional. Para la soja, el principal producto de exportación, la mayoría de estas ventas se realizaron con un precio de u$s385 la tonelada. Es cierto que hubo una leve mejora respecto de inicios de año -cuando las materias primas estaban más afectadas por el «efecto Trump»- pero igualmente se trata de precios poco atractivos si se tiene en cuenta que hace un año la tonelada de soja cotizaba a u$s450 y que en 2023 superaba los u$s530.

En otras palabras, si la exportación agrícola se considera en términos de volumen y no de dólares ingresados, el incremento respecto del año pasado resulta contundente.

Y, dado que el gobierno confirmó que la rebaja temporaria de retenciones a la exportación vencerá inexorablemente el 30 de junio, se espera que el mes próximo también haya un buen ritmo exportador, y que se pueda lograr una cifra cercana a los u$s3.000 millones.

Pero esta lluvia de «sojadólares» tiene un notable contraste: no se acumularon reservas en el Banco Central y el tipo de cambio parece haber encontrado un «piso» real en $1.160. Es una situación inédita, porque lo tradicional de cada otoño es que el Banco Central encontrara un respiro gracias al aporte del campo. En mayo, sobre todo, era el momento en el que se aprovechaba para reforzar la caja y, además, para aliviar las tensiones cambiarias.

Como para tener una referencia, lo que ingresó este año por la exportación de mayo equivale al triple de los dólares que Toto Caputo busca con su nuevo bono ofrecido a los inversores externos, con el que quiere marcar el regreso de Argentina al mercado de crédito.

Los sojadólares no van al Banco Central

¿Por qué se produce esta situación de un BCRA que no acumula divisas y un dólar que empieza a sentir un empuje alcista justo cuando llega el mayor aporte de dólares «genuinos»? La primera parte de la respuesta es sencilla: el gobierno mantiene su promesa de no comprar divisas hasta que el dólar no toque el piso de la banda de flotación.

La fundamentación técnica de esa decisión fue explicada por Federico Furiase, el ideólogo del plan de «las tres anclas» -fiscal, monetaria y cambiaria-. Su argumento es que la única forma de que la inflación baje es con una estricta política monetaria que «cierre la canilla» de pesos. Y, por lo tanto, si el BCRA se pusiera a comprar dólares ahora, estaría inyectando pesos que no necesariamente son demandados por la economía.

Es también por eso que le resta gravedad al hecho de que, en las últimas licitaciones, el Tesoro no haya logrado el «rolleo» de la deuda que vence. El argumento es que si un banco prefiere recuperar liquidez antes que cambiar un bono viejo por un bono nuevo, es porque necesita los pesos para darles crédito a sus clientes. Es decir, un aumento en la monetización de la economía por motivos genuinos y no forzado por el BCRA.

Pero el argumento de Furiase está lejos de concitar unanimidad. Lo que varios economistas creen es que es factible que el tipo de cambio nunca llegue al piso de la banda, porque si cayera desde su actual nivel, los ahorristas e importadores podrían ver una oportunidad de compra y mantenerlo siempre algo por encima del piso.

Cambio de tendencia

De hecho, en los últimos días se notó un rebote sostenido del tipo de cambio, desde el mínimo de $1.133 que se había producido una semana atrás.

Es una situación que está llamando la atención de los economistas. Por caso, Amílcar Collante destacó que esa suba ocurrió no sólo junto con una buena liquidación del agro, sino que, además, mayo fue un mes en que se alivió la demanda de dólares por turismo y, en el plano político, el gobierno obtuvo un triunfo en la elección de la Ciudad de Buenos Aires.

«Está difícil que se arrime al piso de la banda. Más probable es que suba desde acá para adelante», argumenta.

Por su parte, la consultora Outlier descartó que las compras de dólares para pagos del gobierno de la Ciudad haya sido motivo suficiente para explicar la suba. Y, además, destacó el hecho de que esta suba ocurre al tiempo que el BCRA está interviniendo fuerte en el mercado de futuros para desinflar las expectativas devaluatorias.

Otros reportes destacan que, a pesar del discurso del congelamiento de la base monetaria, en las últimas semanas hubo una inyección de pesos, producto de las licitaciones que no llegaban a «rollear» al 100%.

¿Quién está comprando? No hay información precisa al respecto, pero está claro que las importaciones vienen creciendo con fuerza -el último reporte marca una suba real interanual de 35,7%-.

Y también están los ahorristas, claro. Según la consultora Eco Go, desde que empezó la «fase 3» del programa, las compras atribuibles a «personas humanas» se ubica en torno a u$s3.000 millones, de los cuales poco más de la mitad quedó depositada en los bancos y el resto fue a comprimir la brecha en un «rulo» que les rinde hasta 2% a quienes acceden al dólar mayorista.

El dólar, ¿para arriba o para abajo?

En todo caso, se replantea el debate sobre si el dólar tiene más margen a la suba que a la baja. Y es una discusión que se incrementa ante los preocupantes números de la balanza comercial: el superávit va adelgazando mes a mes, y de no haber sido por el aporte del petróleo, ya se habría acumulado un déficit de u$s1.419 millones en el primer cuatrimestre.

De hecho, las consultoras están corrigiendo al alza su proyección de déficit en la cuenta corriente: a inicios de años predominaba la idea de que sería medio punto del PBI, pero ahora ya circulan reportes que hablan de un 1,5% del PBI.

La discusión se hace más áspera cuando incluso los economistas más cercanos a la línea del gobierno, como Ricardo Arriazu, afirman que es un error no aprovechar el momento para comprar dólares y acumular reservas.

En una comentada ponencia ante expertos financieros, Arriazu sostuvo que Argentina debería fijarse el objetivo de llegar a u$s100.000 millones en las reservas del BCRA -actualmente cuenta con u$s38.400 millones.

Entre los que cuestionaron el argumento oficial sobre por qué el congelamiento monetario no es garantía contra una turbulencia cambiaria se encuentra Gabriel Rubinstein, ex viceministro de Sergio Massa. Concretamente, pone en duda que los pesos que el Tesoro inyecte al no «rollear» los vencimientos de deuda vayan íntegramente a engrosar el volumen de crédito privado, porque una parte se podría desviar al dólar.

«Hay que ser cuidadosos: podría ser contra remonetización, pero también contra dólar (como pasó entre abril y julio de 2024) o simplemente convalidar una inflación aún muy alejada del 0% (como ha venido pasando desde julio 2024 hasta ahora)», advirtió el ex viceministro.

El Gobierno espera otra tormenta de dólares

Como siempre, queda la expectativa de que la cosecha agrícola termine arreglando los problemas, con su aporte de u$s30.000 millones en el año. Pese a los temores iniciales por la falta de agua en algunas regiones del país, finalmente las proyecciones mejoraron y se espera una cosecha que supere en 9% la del año pasado. Pero esto, claro, es hablando en volumen y no en cantidad de dólares.

Por lo pronto, se espera que en junio se dé una situación similar a la de mayo, con lo cual hay otro aporte asegurado por unos u$s3.000 millones antes de que finalice el primer semestre.

En el gobierno confían en que este aporte de los productores, sumado a los u$s1.000 del nuevo bono del Tesoro, más otro préstamo «repo» por u$s2.000 millones, implicarían una «tormenta de dólares» que mantendría en calma al mercado interno. No todos son tan optimistas, sin embargo: el calendario de pagos marca en julio el vencimiento de deuda por u$s4.500 millones, y además hay un compromiso con el FMI para acumular reservas.

El temor de muchos es que, aun con un buen aporte, esta vez no alcance con la «cosecha salvadora» para equilibrar las distorsiones del modelo.