«Ahora todos quieren que mañana mismo seamos Suiza». La irónica frase la pronunció ante empresarios el ministro de Economía, Luis Caputo, mientras desgranaba cifras exitosas del programa económico y combinada un reproche para el sector privado por pretender que el gobierno baje impuestos en forma más acelerada. Todo a su tiempo y armoniosamente, pareció sugerir.
Es que haber logrado equilibrar las cuentas públicas a una velocidad nunca vista -a costa de un dramático ajuste fiscal-, el fuerte retroceso de la inflación comparado con 2023 y haber abierto finalmente el cepo cambiario para individuos sin que se dispare el dólar, son puntos fuertes que puede exhibir la administración libertaria en este año electoral, en el que la apuesta de máxima es quedarse con el triunfo en la provincia de Buenos Aires, para lograr un buen aporte de legisladores y encarar desde el 10 de diciembre tres reformas claves: la tributaria, la laboral y la previsional.
Luis Caputo busca bajar la ansiedad con un mensaje a empresarios
Lo que buscó hacer el jefe del Palacio de Hacienda fue bajar los niveles de ansiedad en un sector privado que empieza a entusiasmarse con el cambio de modelo económico, sobre todo en sectores claves como energía, minería y servicios.
Lo curioso es que el sector financiero, que desde el principio acompañó a pie juntillas el giro de 180 grados que la dupla Milei-Caputo le imprimió a la economía, en los últimos tiempos comenzó a mostrar alguna inquietud por el rumbo económico.
Todo comenzó tras la sorpresiva apertura del cepo anunciada a mediados de abril, que si bien fue acotada por ahora a las personas físicas y a las utilidades de empresas contabilizadas a partir de este año, tuvo un fuerte impacto en la opinión pública, ya que los argentinos vivieron buena parte de este siglo con restricciones cambiarias y sometidos a un Estado que les ordenó en qué tenían que invertir el fruto de su esfuerzo.
La preocupación que empezaron a mostrar algunos jugadores del sistema financiero y, en especial, los acreedores, está vinculada con que desde que abrió el cepo e instauró un sistema de bandas de flotación, el Banco Central dejó de comprar divisas.
El argumento oficial es que solo intervendría en caso de que se perfore el piso de $1.000 -en realidad ahora un poco menos- o se supere el techo de $1.400 -en realidad ahora es un poco más-.
«El dólar se puede ir a mil pesos», dejaban trascender desde todas las usinas oficiales, en el entendimiento de que cuanto más bajo el precio de la «divisa más deseada» de la Argentina, más posibilidades de triunfo electoral habrá en octubre. Se trata de una jugada de manual de la política local, pero que a quienes dependen de la acumulación de reservas para cobrar sus deudas, parecería no estar haciéndoles mucha gracia.
Caputo -apodado el «mago de las finanzas» durante el gobierno de Mauricio Macri- conoce ese paño de sobra, ya que muchos de sus viejos compañeros de trabajo están ubicados en puestos encumbrados del sistema financiero (bancos, fondos de inversión, bolsa de valores) tanto aquí como en Wall Street.
El mensaje claro de Luis Caputo: por qué el BCRA no compra divisas con un dólar bajo
Pero el ministro, que se ha mostrado más efusivo que de costumbre en sus últimas apariciones públicas, parece haberse hastiado de recibir tantas advertencias vinculadas con el supuesto atraso cambiario y el «error» de no aprovechar este momento de tranquilidad cambiaria para comprar divisas, por lo que envía a sus principales espadas a transmitir las razones por las que el equipo económico no se moverá de sus «trece».
Federico Furiase, director del Banco Central y uno de los más estrechos colaborados de Caputo, es uno de los elegidos para enviar esas señales con claridad al corazón del mundo de las finanzas. Ya había sido probado como uno de los «voceros» antes de lanzarse el Plan Colchón, y ahora repite su rol.
En el Ciclo de Economía & Finanzas 2025 organizado por el IAE Business School, la escuela de negocios de la Universidad Austral, el asesor del ministro Caputo, Furiase buscó bajar la ansiedad sobre la compra de divisas.
Pidió cambiar el chip y empezar a pensar en que hay otras formas de robustecer las reservas del Banco Central. En ese sentido, destacó el bono en pesos, pero a suscribir en dólares, que colocó este miércoles con éxito el Tesoro -las ofertas superaron largamente los u$s1.000 millones previstos-, a pesar de que la tasa de interés (29,5%) fue considerada un poco alta por los especialistas.
Fue la primera vez en siete años que la Argentina logró colocar deuda entre inversores privados del exterior. «Esta es una forma de fortalecer reservas sin presión sobre el tipo de cambio, sin emisión, y sin aumento de la deuda neta», destacó Furiase, y dijo que el equipo económico terminará acumulando dólares. No obstante, una de las dudas es en qué tiempo lo concretará, ya que a mediados de junio se viene la primera revisión del acuerdo con el FMI y para esa fecha la Argentina debería haber aumentado las reservas en unos u$s4.000 millones.
En el Palacio de Hacienda destacan que el bono dirigido a inversores extranjeros permitirá fortalecer las reservas sin necesidad de presionar el tipo de cambio, «ni aumentar el endeudamiento neto», porque se trata de un «rollover del 100%».
Es que así la secretaría de Finanzas logra extender el perfil de vencimientos, que se patean cinco años, y los dólares se toman para pagar vencimientos de julio y de enero de 2026.
«Las reservas no deben generar ansiedad»
«Las reservas no deben generar ansiedad ni apuro en términos de velocidad, ya que el BCRA está recapitalizado y preparado para defender el tipo de cambio», enfatizó Furiase, por pedido del ministro de Economía. «Si Adorni era Milei, Furiase es Caputo», bromean en el Palacio de Hacienda.
En el Gobierno explican que el esquema de flotación es inconsistente con la acumulación forzada de reservas, y sostienen que la prioridad es anclar expectativas y mostrar estabilidad cambiaria. Por si había dudas, Furiase dijo que el BCRA está en condiciones de defender el tipo de cambio en el piso de la banda de casi $1.000. «Tenemos los dólares suficientes», aseguró.
Según lo que deja trascender el equipo económico, el objetivo de mínima es llegar a una base monetaria equivalente al 10% del Productor Bruto. Con un PBI que ronda los u$s600.000, el circulante debería rondar los u$s60.000 millones. Hoy está en el 4%.
«Claramente que la acumulación de reservas es importante, y va a ocurrir porque la economía necesita remonetizarse, y tarde o temprano el dólar va a ir al piso donde se remonetiza contra compra de dólares», confió Furiase.
La estrategia de remonetización en pesos se basa en la compra de divisas cuando el dólar toque el piso de la banda, o cuando el Tesoro utiliza superávit fiscal para devolver pesos a los bancos y estos los colocan en el sector privado.
Para la remonetización en dólares apuestan al Plan Colchón, que por ahora deja más dudas que certezas y la sensación de que no se moverá mucho hasta que el Congreso apruebe los cambios legislativos que el gobierno presentará la semana próxima, según señaló el jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
El otro enviado de Caputo a «bajar la ansiedad» del mercado fue el secretario de Finanzas, Pablo Quirno. Ante referentes del Banco de Valores, aseguró que el Gobierno puede acumular reservas sin necesidad de esperar que el dólar caiga hasta el piso de flotación.
El primer compromiso de acumulación de reservas está estipulado para el 13 de junio, según el acuerdo con el FMI. Un informe de Romano Group estimó que el Central todavía se encuentra a unos u$s3.000 millones de distancia de la primera meta. «No es una suma grande», desdramatizan desde el Palacio de Hacienda.