Entre los muchos indicadores posibles para aportar al debate sobre si el tipo de cambio está en equilibrio o atrasado, hay algunos que resultan particularmente ilustrativos, como por ejemplo el evento de venta online Hot Sale, que acaba de realizarse a inicios de mayo.
Ya con el cepo cambiario sin efecto, el dólar promedio que rigió mientras se realizaron las transacciones fue de $1.140, lo que implica una cotización un 28% encima de la cotización oficial vigente hace un año.
Los organizadores del evento, aunados en la Cámara del Comercio Electrónico, destacaron como un éxito el hecho de que la facturación total ($566.765 millones) haya crecido en términos nominales un 63% respecto del año pasado. Como la inflación acumulada en ese lapso es de 47,3%, esto implica que las ventas tuvieron un incremento real de 10,6%.
Nada mal, si se considera que el evento de hace un año ya había sido un éxito de ventas, con un crecimiento en pesos de 301% -ante una inflación anual de ese momento en 289%- y cuando -a seis meses de la devaluación con la que se inició la gestión Milei- ya se había instalado la idea de que Argentina había pasado a ser un país «caro en dólares».
Por eso, hace un año llamaba la atención el hecho de que no solamente se había acrecentado las ventas en volumen y en pesos, sino también en dólares: u$s389 millones en 2024 frente a u$s358 millones vendidos en el 2023.
Pero este año el resultado es más ilustrativo que nunca: a pocas semanas de haberse producido una liberación cambiaria que provocó un salto cambiario, igual las ventas superaron con creces las de los años precedentes.
Hablando en plata, en el Hot Sale 2025 hubo una facturación de u$s497 millones, un impactante 27% encima de la facturación del año anterior, cuando ya se hablaba con insistencia del tipo de cambio atrasado.
¿En cuánto debería estar el dólar?
¿Qué nos dice esto sobre el tipo de cambio? Sin dudas, que Argentina está más cara -medida en dólares- hoy que hace un año, y que los compradores de los eventos online son plenamente conscientes de ello.
No faltarán las interpretaciones cercanas al discurso oficialista, que ven en estas ventas la consecuencia de una mejora en el salario. Y efectivamente, el índice del Indec marca que, para el sector de trabajadores registrados, hubo una suba «punta a punta» de 10% real anual hasta marzo. Coincidentemente, es una cifra similar a la suba real de las ventas del Hot Sale.
Pero cuando todo esto se pasa por el tamiz del dólar, la cosa cambia radicalmente: una suba de 10% en volumen tuvo como correlato una suba de 27% en dólares.
Dicho de otro modo, para que la facturación real fuera la misma del año pasado, más un 10,6% de crecimiento, entonces eso significaría u$s389 multiplicado por 1,106, lo que dejaría una cifra de ventas por u$s430 millones. ¿Cuánto tendría que ser la cotización del tipo de cambio para que la facturación del Hot Sale 2025 diera u$s430 millones?: la cuenta da $-$566.765 millones dividido u$s430 millones, igual a un dólar de $1.318.
Es decir, de acuerdo a ese cálculo, el tipo de cambio debería subir todavía un 15% para estar a tono con el nivel de hace un año.
¿Y si el cálculo se hiciera tomando como referencia el Hot Sale 2023? En ese caso, la suba de volumen vendido es de 14% acumulado en 10 años. En dólares, eso implicaría una facturación de u$s408 millones. Y, para que la facturación de este año diera esa cifra, se necesitaría que el tipo de cambio actual fuera de $1.389.
En síntesis, el tipo de cambio promedio al que se realizó el último Hot Sale fue de u$s1.140, mientras que -corregidos por inflación y por mejora en las ventas-, la edición del año pasado fue con un dólar equivalente a $1.318 de hoy. Y la edición 2023 fue con un tipo de cambio oficial equivalente a $1.389 de hoy.
Peor que en los años precedentes
Tanto el año pasado como el caótico e inflacionario 2023 tuvieron un consenso respecto de que el nivel de dólar oficial se encontraba muy por debajo del de equilibrio. Las respectivas brechas entre el paralelo y el oficial lo reflejaban con claridad.
Y entre los que más duramente argumentaban sobre ese atraso cambiario se encontraban los funcionarios del Fondo Monetario Internacional, que habían marcado como una condición para la asistencia financiera que el gobierno no permitiera una continuación de la inflación en dólares.
En 2023, ese tironeo derivó en el salto devaluatorio de 22% posterior a las elecciones primarias de agosto. El año pasado, el cambio oficial se mantuvo en su «tablita» de 2% mensual, ayudado por el ingreso de divisas del blanqueo de capitales. Pero el FMI ya había hecho saber que consideraba el esquema cambiario como insostenible y, en un documento de abril pasado, estimaba que la suba necesaria se encontraría en el entorno de 25%.
Si el levantamiento del cepo hubiese venido acompañado por un salto cambiario como el que insinuaba el FMI, actualmente el dólar oficial cotizaría a $1.330. Casualmente, un valor cercano al que se refleja en las transacciones del Hot Sale.
¿Si flota no se atrasa?
Hoy, en cambio, el nuevo régimen de flotación entre bandas ha reducido esa brecha a una cifra apenas marginal -el blue está 2% encima del dólar mayorista y no llega a 1% respecto del que vende el Banco Nación-.
Sin embargo, este nuevo régimen ya sin cepo y con flotación no es una garantía de que el cambio no se atrase. Al menos, ese es el tema que actualmente se debate entre los economistas. El gobierno argumenta que, como el BCRA no interviene dentro de la banda, entonces el dólar está cayendo a su punto de equilibrio. Pero no todos opinan lo mismo, dado que hay varias formas indirectas de intervención, como por ejemplo al «achatamiento» de la curva en el mercado de futuros.
Los argumentos sobre un atraso cambiario son muchos, empezando por el crucial dato del déficit en la cuenta corriente -son más los dólares que salen que los que entran a la economía-. Ese número va en franco crecimiento, empujado por rubros como el turismo y la importación de productos de consumo.
No por casualidad, entre los rubros preferidos del Hot Sale figuran la indumentaria deportiva, la cosmética, la electrónica y el turismo -aunque a la cabeza del ranking se ubicó alimentos y bebidas-.
A un ritmo de u$s700 millones netos por mes, el rubro de turismo y compras del exterior con tarjeta es uno de los que crece a mayor velocidad. En este caso, al atractivo del abaratamiento cambiario se le agrega la eliminación del impuesto PAIS, que gravaba las operaciones con un 30%.
Esos niveles de gasto de turismo emisivo son compatibles con los años récord, como el 2017 y el 2022, que derivaron más tarde en crisis inflacionarias. Como para cubrirse por anticipado de las críticas y advertencias en este sentido, el Banco Central se preocupa de aclarar todos los meses que aproximadamente un 60% esos gastos con tarjetas son realizados con dólares propios de los usuarios. En otras palabras, que no implican en su totalidad un sacrificio de reservas del BCRA.
Se quejan, pero compran
En definitiva, igual que como había ocurrido en la CyberWeek de noviembre del año pasado -cuando hubo un movimiento de u$s434 millones-, el primer gran evento de ventas online de este año vuelve a dar señales sobre los precios locales, el tipo de cambio y el poder adquisitivo de los argentinos.
Lo paradójico es que en la actual edición del Hot Sale se registraron más quejas que lo habitual respecto de que ofertas engañosas o de rebajas que se habían hecho sobre precios previamente aumentados. Así y todo, la promoción resultó lo suficientemente atractiva como para que las ventas se incrementaran un 10,6% en volumen y un 27% en dólares.
Según el cristal como se mire, este dato puede ser tomado como un motivo de festejo por la recuperación de los salarios argentinos medida en dólares o como una nueva fuente de preocupación por una política de ancla cambiaria que podría terminar de manera parecida a la que terminaron todas en la historia reciente.